sexta-feira, 31 de julho de 2009
Instituto Brasileiro Giovanni Falcone - Walter Maierovith entrevista Alberto Giordano
terça-feira, 28 de julho de 2009
La Guerra Perdida contra la Droga
El País
Tres ex presidentes latinoamericanos reclaman una nueva estrategia para combatir el narcotráfico y sus secuelas de violencia y corrupción
JOSÉ MIGUEL LARRAYA - Madrid - 26/03/2009
Durante décadas, la violencia en América Latina estuvo asociada a la insurrección armada y a la represión militar de la revolución. Hoy, con los antiguos guerrilleros ocupando despachos oficiales, otro fantasma ocupa el escenario: la violencia armada asociada al tráfico de drogas. Una violencia que alimenta un negocio multimillonario, que extiende la inseguridad y el miedo en grandes y pequeñas ciudades, que drena recursos ingentes a los Estados.
Y lo peor: lejos de remitir, se multiplica y amenaza la estabilidad de los Gobiernos. Tres ex presidentes latinoamericanos -Fernando Henrique Cardoso, de Brasil; César Gaviria, de Colombia, y Ernesto Zedillo, de México- han certificado, en un amplio documento, la derrota de las fuerzas del orden en su guerra contra las drogas. Ello no significa que hayan levantado la bandera blanca frente al crimen organizado. Reclaman una nueva estrategia política y policial que surja de un amplio debate social al que convocan a todas las fuerzas sociales del continente. Y exponen sus datos y argumentos en el documento Drogas y democracia: hacia un nuevo paradigma, redactado por la Comisión Latinoamericana sobre Drogas y Democracia, que forman 17 destacadas personalidades independientes. Reclaman un nuevo enfoque, con menos énfasis en la represión y más en política sanitaria y educativa. E incluyen una recomendación -la descriminalización de la tenencia de marihuana- que por su reclamo mediático puede eclipsar una reflexión de mayor alcance.
Los hechos reseñados son abrumadores: después de años de lucha, América Latina sigue siendo el mayor exportador mundial de cocaína y marihuana, y ha comenzado a producir opio, heroína y drogas sintéticas. Además de exportar, los países del continente han incrementado sus niveles de consumo. El aumento del crimen organizado ha generado un crecimiento de los niveles de violencia que afecta, sobre todo a los pobres y a los jóvenes (ver cuadro adjunto); la corrupción del sistema -políticos, funcionarios, jueces y policías- criminaliza la política, desafía a los Gobiernos, y se infiltra en las instituciones democráticas. La ofensiva militar desencadenada por el presidente de México, Felipe Calderón, contra los carteles de la droga de su país es el mejor ejemplo de la gravedad del problema.
El documento de 47 páginas (www.drogasydemocracia.org) ofrece datos sobre el fracaso de la política de represión. "A pesar de que los niveles de aprehensión, tanto en los países exportadores como en los importadores, hayan presentado aumentos considerables, ellos no afectaron a la oferta final ni aún al precio del consumidor. Por el contrario, el precio de la cocaína presenta una tendencia dominante de caída, en tanto el producto aumenta su grado promedio de pureza". En el negocio de la droga, los beneficios para el crimen organizado se reparten, además, de de desigual manera. El informe citado refleja los precios efectivos por kilogramo.
El semanario británico The Economist, en su edición del pasado 7 de marzo, arrojaba cierta luz sobre cómo estan organizadas las redes de narcotráfico en el Reino Unido, el país europeo con mayor consumo de cocaina, puesto que arrebató recientemente a España. Según el semanario, que cita fuentes oficiales, la droga es remitida a unos 300 importadores que la pasan a una red de unos 30.000 distribuidores que, a su vez, cuenta con una flota de 70.000 vendedores callejeros, vulgarmente conocidos como camellos.
Los programas de lucha contra la erradicación no consiguieron reducir la producción, pero sí generaron cambios con repercusiones no previstas.
"Hasta mediados de la década de los noventa, la hoja de coca era cultivada principalmente en Perú y Bolivia, dos países que detentaban el 80% de las plantaciones mundiales de coca y que procesaban las hojas en pasta". Trasportada en avionetas hacia la selva colombiana, era transformada en laboratorios clandestinos en cocaína. La droga era enviada desde Colombia a Estados Unidos.
La erradicación de las plantaciones en Perú y Bolivia trasladó la producción a Colombia, en territorio controlado por los guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que "pasaron a organizar a los productores y a intermediar las ventas de la producción", añade el informe. A su vez, la contraguerrilla de las paramilitares Autodefensas Unidas de Colombia (UAC) también pasaron a participar en el negocio del narcotráfico.
La lucha contra los carteles colombianos y el Plan Colombia -el mayor operativo militar financiado por Estados Unidos contra la droga y la guerrilla- fraccionó el poder de las bandas de Cali y Medellín, y el control del sistema de intermediación pasó a manos de los carteles mexicanos. De ahí el "aumento enorme de la criminalidad y la violencia asociadas al tráfico en México, con importantes ramificaciones en las instituciones públicas", señala el informe.
Cambio de paradigma
La estrategia centrada en la represión, en opinión de la comisión, no solo no ha resuelto el problema, sino que ha creado otros nuevos. "La relación entre homicidios, armas de fuego y comercio de drogas es central. Las drogas financian las compras de armas que sustentan las guerras entre pandillas para el control de territorios y del tráfico" afirma el informe. La propuesta de la comisión está basada en tres grandes directrices: tratar el consumo de drogas como una cuestión de salud pública, reducir el consumo mediante acciones de información y prevención y focalizar la represión sobre el crimen organizado. De una forma más concreta propone las siguientes medidas:
- Transformar a los adictos de compradores de drogas en el mercado ilegal en pacientes del sistema de salud. "El Estado debe crear las leyes instituciones y regulaciones que permitan que las personas que han caído en la adicción a las drogas dejen der ser compradores en el mercado ilegal para convertirse en pacientes del sistema de salud".
- Evaluar con un enfoque de salud pública y haciendo uso de la más avanzada ciencia médica la conveniencia de discriminalizar la tenencia de marihuana para consumo personal.
- Reducir el consumo a través de campañas innovadoras de información y prevención que puedan ser comprendidas y aceptadas, en particular por la juventud, que es el mayor contingente de usuarios.
- Focalizar las estrategias represivas contra el crimen organizado.
- Reorientar las estrategias de represión al cultivo de drogas ilícitas.
Las dimensiones del desafío son tan enormes que su solución no esta sólo en manos de los dirigentes latinoamericanos. Ni la estrategia prohibicionista de Estados Unidos -el país con la mayor población carcelaria del mundo, donde el costo anual estimado de mantenimiento de un preso es de cerca de 30.000 dólares- ni la política europea de reducción de los daños de las drogas como un asunto de salud pública son soluciones definitivas.
La solución de largo plazo pasa "por la reducción de la demanda en los principales países consumidores. No se trata de buscar países culpables para tal o cual acción u omisión, pero sí de afirmar que EE UU y la Unión Europea son corresponsables de los problemas que enfrentamos en la región, pues sus mercados son los mayores consumidores de las drogas producidas en América Latina" subraya el informe.
The New York Times - july, 28, 2009
If Marijuana Is Legal, Will Addiction Rise?
A New York Times article on Sunday discussed the debate over whether more and more potent types of cannabis affect the levels of addiction to the drug. This particular issue has become part of the larger debate over whether marijuana should be legalized or decriminalized.
Antidrug activists say that if the drug is legalized, more people will use it and addiction levels, made worse by the increased potency, will rise too. Legalization advocates note that pot addiction is not nearly as destructive as, say, abuse of alcohol. What would be the effect of legalization or decriminalization on marijuana abuse and addiction?
- Roger Roffman, professor of social work
- Wayne Hall, professor of public health policy
- Mark A.R. Kleiman, professor of public policy and author
- Peter Reuter, University of Maryland professor
- Norm Stamper, former Seattle police chief
More Honesty Needed
Roger Roffman is a professor of social work at the University of Washington.
Marijuana dependence occurs in 9 percent of Americans who have ever used the drug, and between 33 percent and 50 percent of those who smoke it daily. Approximately 3.6 million Americans are daily or near daily users. In 20 years of marijuana dependence counseling studies at the University of Washington, those who’ve sought help averaged 10 years of daily or near daily use and had unsuccessfully tried to quit more than six times.
There might be a big difference between legalization and decriminalization when it comes to the dependence issue.
Surveys indicate increasingly positive attitudes in the U.S. for liberalizing marijuana policies. Two ways of doing this are: (1) legalization, which would involve lawful cultivation and sale of marijuana, and (2) decriminalization, which would retain criminal penalties for cultivation and sale while removing them for possession of small amounts.
Will more people use marijuana and become dependent if marijuana is decriminalized? Probably not. A number of U.S. studies tell us decriminalization would not likely have an effect on the rates of marijuana use by adults or adolescents.
What if marijuana is legalized? No one can say for certain. Using one country’s reform example to estimate what would happen in another is very risky. How countries differ (cultural, social, political, economic) makes a big difference.
However, the Dutch “coffee shops” example might give us a little insight. The de facto legalization policy in the Netherlands did not, in itself, affect rates of marijuana use among adults or young people. But rates of use among young people increased when the number of coffee shops increased and the age of legal access was 16. Then these rates declined when the numbers of coffee shops was reduced and the age of legal access became 18.
A cautious conclusion, as I see it, is that any consideration of legalization should include careful planning for how those who are most vulnerable to harm from marijuana use, children and adolescents, can be protected.
I support finding alternatives to criminal penalties for marijuana possession. Those penalties have costs (being jailed, having a criminal record, barriers to employment, loss of scholarships, to name a few) and may accomplish little in deterring use.
However, our debates need more honesty. Those favoring liberalizing marijuana policy ought to stop inferring that marijuana is harmless; it is not. Those who believe possession should remain a crime need to acknowledge that most adult occasional users are not harmed, and should be prepared to defend with data the belief that criminalizing possession is the best way to avoid harm.
Mitigating Dependence
Wayne Hall is a professor of public health policy at the School of Population Health at the University of Queensland in Australia.
What effect would marijuana legalization have on dependence?
Some people remain skeptical about whether marijuana dependence exists but let’s assume that it does and that it affects around 1 in 10 of those who use marijuana. The effects that legalization has on marijuana dependence depend critically on what we mean by the term.
Marijuana use increased in the Netherlands in the 1990s, but this was also the case in the rest of Europe.
If we mean replacing imprisonment with a fine as the penalty for using marijuana then legalization would have little effect on dependence. Evaluations of this policy in 11 U.S. states in the 1970s and 1980s found little or no effect on rates of use among adolescents and adults.
There is more debate about the effects of allowing a de facto legal marijuana market as the Netherlands has done since 1983 in tolerating the sale of small amounts of marijuana in coffee shops. Marijuana use increased in the Netherlands in the 1990s, but this was also the case in the rest of Europe, and policy analysts disagree about whether rates of use increased faster in the Netherlands than elsewhere.
If by legalization we mean making it legal to use, grow and sell marijuana then our task becomes more speculative because no modern country has adopted this policy. It seems common sense that legalizing marijuana use and sales would lead to more people using it regularly and this would probably mean more marijuana dependence.
Nonetheless it is difficult to say how much use may increase because there are options for reducing use under a legal market that are not now available. For example, we could tax marijuana to set the price at a level that discourages casual use, regulate its THC content, restrict sales to minors, include a health warning on packs and advise users on ways to reduce dependence risks (e.g. by using less than weekly). These possibilities make it difficult to predict the effect that a legal market would have on rates of marijuana dependence.
Marijuana dependence should be taken into account in considering whether we should legalize marijuana in any of these ways. But this concern also needs to be weighed against the costs of current policy, that is, the creation of perverse incentives to produce more potent marijuana, the widespread disregard of legal prohibition on marijuana use that could contribute to a decline in respect for law and policing; the unregulated access of minors to marijuana; and the social and economic costs of a large marijuana black market.
Not Your Grandfather’s Pot?
Mark A.R. Kleiman is a professor of public policy at U.C.L.A., the editor of the Journal of Drug Policy Analysis and the author of “Against Excess: Drug Policy for Results.” His new book, “When Brute Force Fails: How to Have Less Crime and Less Punishment,” will be published later this summer.
One of the standard arguments against the legalization of cannabis is that “this is not your grandfather’s pot”: cannabis, say the drug warriors, is much stronger now than it was a generation ago. It is, therefore, much more dangerous, and must remain prohibited.
Whatever we do about cannabis will leave us with most of the nation’s drug-related problems.
That argument is a few bricks shy of a full load. Here are some of those bricks.
1. The average gram of cannabis sold today contains much more Δ-9-trahydrocannabinol (THC) than the average gram sold in 1970, though there has always been some highly potent product available.
2. Emergency-room visits and treatment admissions related to cannabis have increased, though the number of self-reported cannabis users hasn’t.
3. If the only change were in potency as measured by THC content, users could (and do) compensate by smoking smaller quantities.
4. But contemporary cannabis also has a much higher ratio of THC (which tends to induce anxiety) to cannabidiol (CBD, which tends to relieve anxiety). That would be expected to create a higher rate of panic attacks.
5. Whether high-THC, high-ratio pot is also more habit-forming than other pot remains unknown. Increased treatment admissions might come from increased enforcement pressure against users. Or perhaps a cannabis habit is harder to live with than it used to be because the cannabis experience is more disturbing.
6. If cannabis were made legal, restrictions could be put both on potency and on the THC/CBD ratio. So rising potency makes no sense as an anti-legalization argument; if anything, less-potent legal pot would be expected to substitute for the more-potent pot that would remain illegal.
7. Any sort of flat-out legalization would risk a large increase in the number of very heavy users. A legal cannabis industry, like the legal alcohol industry, would derive more than half its revenue from people with diagnosable substance abuse disorders. Telling marketers they can get rich by creating disease is dangerous.
8. Instead we could choose a “grow your own” policy that would allow production for personal use or by small nonprofit cooperatives, but forbid commercial sales.
Cannabis policy is fascinating because so many people smoke the stuff, but whatever we do about cannabis will leave us with most of the nation’s drug abuse problems, which center on alcohol, and most of the nation’s drug-market and drug-enforcement problems, which center on cocaine, methamphetamine and heroin.
Lessons From the Dutch
Peter Reuter is a professor at the School of Public Policy and the Department of Criminology at the University of Maryland.
Experimenting with marijuana has long been a normal part of growing up in the U.S.; about half of the population born since 1960 has tried the drug by age 21. Perhaps one out of six has used it for a year or more. This statement is increasingly true of other Western countries such as Australia and Britain.
Over the last decade most of these countries have seen three trends; sharp increases in the number of marijuana users seeking treatment, in the potency of the marijuana consumed and in the number of arrests. For example, in the European Union the number of people entering treatment programs for marijuana dependence tripled between 1999 and 2005. In the U.S., the potency of seized marijuana has steadily increased since the late 1970s, while arrests for simple possession have tripled since 1991 to 750,000.
Legalization in the U.S. might be a much more commercial matter than in pragmatic Holland.
Are these trends connected? Given that marijuana research is almost as scarce as drug-free communities, all that is available is moderately informed speculation. A recent book that I co-authored, “Cannabis Policy: Moving Beyond the Stalemate,” identifies five other factors that may play an influence in this. There is also no direct evidence that potency makes a difference to how much the drug hurts users’ health; most users titrate their dose with higher THC.
What would happen if the drug were legalized? The Dutch de facto legalization of sale through coffee shops is the closest available experience. The most striking observation is that marijuana use in that country is lower than in many other European countries and a lot lower than in the United States; 6 percent of 15- to 64-year-olds in Holland had used marijuana in the past year, compared to 11 percent in the U.S.
Legalization in the U.S. might be a much more commercial matter than in pragmatic Holland, where the government created a legally ambiguous regulatory system with minimal court oversight. The U.S. might find it hard to prevent producers from using their First Amendment rights to actively promote the drug. A way of avoiding this would be to remove prohibitions on growing for your own use and for gifts to others. No doubt there would still be a black market but it would allow access to marijuana without creating a full commercialization. Probably this would lead to a modest increase in the number of people who use the drug, which needs to be weighed against the elimination of 750,000 arrests for simple possession.
The Tobacco Precedent
Norm Stamper was Seattle’s police chief from 1994 to 2000. He is a member of Law Enforcement Against Prohibition and the author of “Breaking Rank: A Top Cop’s Exposé of the Dark Side of American Policing.”
Any law disobeyed by more than 100 million Americans, the number who’ve tried marijuana at least once, is bad public policy. As a 34-year police veteran, I’ve seen how marijuana prohibition breeds disrespect for the law, and contempt for those who enforce it.
Let’s examine arguments against legalizing marijuana: use and abuse would skyrocket; the increased potency of today’s marijuana would exacerbate social and medical problems; and legalization would send the wrong message to our children.
Stronger strains of marijuana are already out there, unregulated by anything other than market forces.
It’s reasonable to expect a certain percentage of adults, respectful or fearful of the current prohibition, would give pot a first try if it were made legal. But, given that the U.S. is already the world’s leading per capita marijuana consumer (despite our relatively harsh penalties), it’s hard to imagine a large and lasting surge in consumption. Further, under a system of regulated legalization and taxation, the government would be in a position to offer both prevention programs and medical treatment and counseling for those currently abusing the drug. It’s even possible we’d see an actual reduction in use and abuse, just as we’ve halved tobacco consumption through public education — without a single arrest.
Potency? Users, benefiting from the immutable law of supply and demand, have created huge market pressure for “quality” marijuana over the past few decades. Legalization opponents are correct that “today’s weed is not your old man’s weed.” But the fear-mongers miss the point, namely that stronger strains of marijuana are already out there, unregulated by anything other than market forces. It’s good that responsible consumers know to calibrate their consumption; they simply smoke less of the more powerful stuff. But how about a little help from their government? Purchase booze and you have access, by law, to information on the alcoholic content of your beverage, whether it’s .05 percent near-beer or 151-proof Everclear.
Perhaps the biggest objection to legalization is the “message” it would send to our kids. Bulletin: Our children have never had greater access to marijuana; it’s easier for them to score pot than a six-pack of Coors. No system of regulated legalization would be complete without rigorous enforcement of criminal laws banning the furnishing of any drug to a minor.
More Experts Against the War on Drugs
In the Chronicle Review, Brian DeLay has a thoughtful discussion of the war on drugs, placing it in light of border wars in the Southwest 160 years ago. At one point, DeLay has a clear summation of the war, one that recognizes that it isn't an answer to the problems of drug abuse, but a compounding of them.
"The drug war is born of law. According to estimates by the United Nations, roughly one in 20 adults worldwide uses illegal drugs—and nowhere more than in the United States, where the vast market for illicit drugs remains immensely profitable. Prohibition has failed. What it has done is deny drug producers, distributors, and consumers access to the protections and conveniences of the legal marketplace."
A week ago, The New York Times sponsored a forum in response to an article in The New York Times Magazine about marijuana addiction. It had five leading voices, each one an expert in drug addiction and treatment. They were Roger Roffman, professor of social work at University of Washington; Wayne Hall, professor of public-health policy at University of Queensland in Australia; Mark Kleiman, professor of public policy at UCLA; Peter Reuter, professor of public policy and chair of the department of criminology at University of Maryland; and Norm Stamper, former chief of police of Seattle.
Each one of them recognizes the dangers of marijuana usage. Yet, each one also recognizes, at the very least, benefits from decriminalization.
segunda-feira, 27 de julho de 2009
Defender legalização das drogas não é crime segundo o Ministério Público Federal
Por Gustavo Uribe
São Paulo - Em seu último dia no comando interino do Ministério Público Federal (MPF), a procuradora-geral da República, Deborah Duprat, pediu hoje ao Supremo Tribunal Federal (STF) medida liminar que suspenda qualquer decisão judicial contrária a manifestações em defesa da legalização das drogas no País. Para ela, a liberdade de expressão assegurada pela Constituição garante o direito de o cidadão defender a legalização das drogas sem que isso seja considerado apologia ao crime.
Deborah assumiu o cargo interinamente no dia 29 de junho, após o término do mandato de Antonio Fernando Souza. O novo procurador-geral da República, Roberto Gurgel, tomou posse hoje para um mandato de dois anos. Nesse período de 23 dias, Deborah também propôs ao Supremo o reconhecimento da união estável entre pessoas do mesmo sexo. No dia 2 de julho, ela ajuizou Arguição de Descumprimento de Preceito Fundamental pedindo que casais homossexuais tenham os mesmos direitos e deveres dos companheiros em uniões estáveis.
Na sua interpretação, as decisões que proíbem atos que defendem a descriminalização das drogas, como a que tornou ilegal a Marcha da Maconha, não levam em conta a liberdade de expressão dos manifestantes. Deborah sustenta que muitas das decisões "interpretam com equívoco" as normas legais e avaliam os atos públicos como meios de apologia ao crime.
"A interpretação pode conduzir - e tem conduzido - à censura de manifestações públicas em defesa da legalização das drogas, violando os direitos das pessoas e grupos censurados", argumentou. "O fato de uma ideia (uso de drogas) ser considerada errada ou mesmo perniciosa pelas autoridades públicas de plantão não é fundamento bastante para justificar que a sua veiculação seja proibida. A liberdade de expressão não protege apenas as ideias aceitas pela maioria."
Deborah também solicitou ao STF, por meio de duas ações, que os ministros da Corte discutam o artigo 287 do Código Penal e o artigo 33 das normas instituídas pela Política Nacional sobre Drogas. Na avaliação de Deborah, são esses os pontos legais que abrem brechas para interpretações equivocadas sobre manifestações em defesa da legalização. O objetivo da medida é que o Supremo avalie os artigos e dê a palavra final sobre o caso, permitindo daí em diante os atos públicos.
Marcha da Maconha
A maior das manifestações realizadas no País a favor da descriminalização das drogas foi a edição 2009 da Marcha da Maconha, organizada simultaneamente em 12 municípios. O ato foi proibido pela Justiça em cidades como Curitiba, São Paulo, Salvador, Fortaleza e João Pessoa. No Rio de Janeiro, onde a manifestação fora proibida em 2008, o evento reuniu mais de mil pessoas este ano. Entre os presentes estava o ministro do Meio Ambiente, Carlos Minc.
Um dos coordenadores da marcha em Porto Alegre, Rafael Gil, avaliou como acertada a posição da ex-procuradora-geral. "Algumas das nossas manifestações foram proibidas por interpretação errônea da lei. É um absurdo", criticou. Como o Judiciário está em recesso até o dia 3 de agosto, não há data para que o STF aprecie a questão.
quinta-feira, 23 de julho de 2009
Fernando Henrique Cardoso defende a descriminalização do porte de pequenas quantidades de maconha
quarta-feira, 22 de julho de 2009
terça-feira, 21 de julho de 2009
Diálogo é a chave para prevenir o uso de crack
Conteúdo: cracknempensar 19/07/2009 Jornal Zero Hora
Diálogo é a chave para prevenir uso do crack
A desinformação e a curiosidade despertam a procura pela droga. A melhor forma de evitar isso ou deixar a pessoa preparada é o diálogo familiar, segundo especialistas da saúde ouvidos pelo Diário Catarinense.Um dos problemas está na recusa de boa parte das famílias em aceitar o consumo dentro do seu círculo familiar.– Há um tabu em cima da pessoa drogada, achando que é vagabundo ou é malandro quando, na realidade, trata-se de uma doença e que exige tratamento – alerta a psicóloga Maria Luiza Zapelini.Em Florianópolis, as secretarias da Saúde e Educação desenvolvem, desde o ano passado, o programa de saúde do escolar. Entre os assuntos abordados em seis escolas, está o uso do crack e de outras drogas.Os colégios foram escolhidos pelo Ministério da Saúde por apresentarem baixo índice de desenvolvimento social.A médica psiquiatra Evelyn Cremonese, diretora de Média Complexidade da Secretaria da Saúde de Florianópolis, afirma que uma das mais eficazes formas de prevenção é o trabalho em que se aborda os projetos de vida na família e na escola.– É preciso buscar outras formas de prazer na vida, ter objetivos e não trabalhar apenas contra a dependência – avalia.
quarta-feira, 15 de julho de 2009
Os caminhos dos usuários de drogas
Além do sofrimento, os riscos. Riscos pessoais e extrapessoais. O envolvimento com marginais para adquirir a droga é o primeiro risco. Esconder a droga e mantê-la longe do alcance da lei o segundo risco. O comprometimento da saúde mental o terceiro risco.
Sofrimento, risco e comprome-timento da saúde mental não estão sozinhos nos prováveis caminhos dos usuários de drogas. Um quarto fator se alia aos outros três: o crime. Atualmente, no Brasil, de acordo com a nossa legislação penal, uso, tráfico e associação para traficar são crimes. A lei define o que é crime. Não é um conceito subjetivo. Por mais que a pessoa que use droga não se considere um criminoso, pela nossa legislação, fruto de um Estado Democrático de Direito, ela estará cometendo crime.
A resposta da sociedade para quem comete crime é a detenção, reclusão ou outras medidas similares.
Importante, neste momento, lembrarmos a lição de Newton Fernandes e Valter Fernandes sobre droga e criminalidade:
“Paralelamente, o uso reitera-do do tóxico favorece uma sé-rie de anormalidades, conduzindo a mulher à prostituição e o homem à vadiagem, à men-dicância e às inversões e perversões sexuais. Não raro, a droga leva seu usuário ao suicídio. Alusivamente às conseqüências individuais da toxicomania, é inconteste que a utilização contínua da droga acarreta transtornos funcionais (gastrite, ulcera, cardiopatia, insônia etc.) e uma hipobulia que normalmente culmina em abulia. Desaparece, no toxicômano, toda a atividade afetiva, o senso moral e até o significado da honra. Atentando para as toxicomanias e sua contribuição criminologica, claro esta que uma primeira relação com o fenômeno delitivo deriva daquilo que é conexo como tráfico de drogas. Uma segunda relação é aquela ditada pelos efeitos psicológicos que o tóxico produz no usuário habitual que, uma vez privado da droga e ante a dificuldade"
Lauro Mario Melo de Almeida
México descriminaliza pequeno consumidor de drogas
Com a Guerra às Drogas em curso e sangrenta, a Câmara e o Senado do México aprovaram a legalização da posse, para consumo próprio, de pequenas quantidades de cocaína, maconha, heroína, anfetaminas e metanfetaminas.
A nova lei seguiu ontem para sanção do presidente Felipe Calderón. Este, no seu primeiro ato de governo, iniciou, com ajuda do então presidente George W. Bush, a War on Drugs, contra os potentes cartéis mexicanos. Executou e fracassou com o Plan Mérida, uma versão mexicana do Plan Colombia.
Como já escrevemos neste espaço, a repressão militarizada de Calderón resultou em mais mortes de civis — sem ligações com a criminalidade organizada — do que de membros dos cartéis mexicanos de drogas. Calderón envolveu e desmoralizou o Exército do país, que não contava com preparo para enfrentar potentes cartéis: Tijuana, Golfo, Sinaloa etc. Por outro lado, Calderón descobriu que a polícia mexicana havia sido cooptada pelos cartéis.
Em 2006, e ao decretar guerra aos narcotraficantes, Calderón ganhou aprovação popular. Com isso, abafou o forte rumor de suspeita de fraude nas apurações que lhe deram a vitória nas eleições. Até enquanto esteve o aliado W. Bush na Presidência dos EUA, o mexicano Calderón sempre foi contrário à descriminalização das drogas.
Com pesquisas a mostrar que a popularidade do presidente está em baixa e os cidadãos mexicanos cientes de que a Guerra às Drogas foi um fracasso, Calderón começou a mudar o discurso. E os mexicanos têm certeza de que vai sancionar a lei descriminalizante, nas próximas horas. Pelo que se comenta, Calderón perdeu a Guerra às Drogas e só fez “trapalhadas” com a gripe suína, que se difundiu a partir do México.
Com efeito, pela lei em face de sanção, aquele que for apanhado com pequena quantidade de droga para uso pessoal não estará a cometer crime.
Para os adeptos das políticas conservadoras, de matriz americana, a nova legislação transmitirá uma mensagem errada, de o consumo não ser prejudicial.
PANO RÁPIDO. Caso sancionada a lei, o México, ao contrário do Brasil, vai se alinhar com países progressistas. Para estes — e com todo o acerto —, o consumo de drogras é uma questão sociossanitária, e não criminal.
Sobre o tema, Calderón surpreendeu ao afirmar ser necessário distinguir entre pequeno consumidor e grande traficante. Essa sua colocação está sendo vista como indicativo de que sancionará a nova lei. Antes, usava o conhecido discurso de Bush, um verdadeiro truísmo, de que se não houvesse consumo não existiria o problema das drogas.
No Brasil e no governo Lula, deu-se tímido passo. Ou seja, a posse de droga para uso próprio continua a ser considerada conduta criminosa. Houve, apenas, despenalização. Ou seja, o usuário não mais vai para a cadeia: a pena pelo crime é alternativa ao encarceramento.
–Wálter Fanganiello Maierovitch–
sexta-feira, 3 de julho de 2009
Relatório Mundial sobre Drogas 2009
UNODC lança Relatório Mundial sobre Drogas 2009
Os mercados de opiáceos, cocaína e maconha estão estáveis ou em declínio, enquanto o das drogas sintéticas está em crescimento; Diretor Executivo pede maior investimento em tratamento a usuários e no enfrentamento do crime
Washington, 24 de junho de 2009 (UNODC) - O Relatório Mundial sobre Drogas 2009, lançado hoje pelo Escritório das Nações Unidas sobre Drogas e Crime (UNODC), mostra que o mercado global de cocaína, opiáceos (ópio, morfina e heroína) e de maconha está estável ou em declínio, enquanto a produção e o uso de drogas sintéticas estão em crescimento nos países em desenvolvimento.
O relatório de 314 páginas, elaborado para Dia Internacional contra o Tráfico e o Abuso de Drogas, celebrado no dia 26 de junho, foi lançado em Washington pelo diretor-executivo do UNODC, Antonio Maria Costa, e pelo recém nomeado diretor do Gabinete de Política Nacional de Fiscalização das drogas (ONDCP, na sigla em inglês) dos Estados Unidos, Gil Kerlikowske. Tendência de declínio nos principais mercados.
A maconha continua sendo a droga mais cultivada e consumida em todo o mundo, ainda que as estimativas sobre essa droga sejam menos precisas. Os dados mostram também que ela é mais danosa à saúde do que o que se costuma acreditar. O índice médio de THC (o componente danoso da droga) observado na maconha na América do Norte quase dobrou na última década. Essa mudança traz grandes implicações à saúde, evidenciada por um aumento significante no número de pessoas em busca de tratamento.
Em termos de consumo, os maiores mercados de maconha do mundo (América do Norte, Oceania e Europa Ocidental), de cocaína (América do Norte e parte da Europa Ocidental) e de opiáceos (Sudeste da Ásia e Europa Ocidental) estão estáveis ou em declínio. Os dados dos países em desenvolvimento são menos confiáveis.
Provável aumento no uso e na produção de drogas sintéticas nos países em desenvolvimento
As informações sobre drogas sintéticas - anfetaminas, metanfetaminas e ecstasy - são mescladas. O uso nos países desenvolvidos se estabilizou. Nos países em desenvolvimento, há uma preocupação sobre o crescimento na produção e no consumo, ainda que os dados sejam limitados.
O que antes era uma produção artesanal se transformou em um grande negócio. Laboratórios de porte industrial no Sudeste Asiático - particularmente na sub-região do Grande Mekong - estão produzindo quantidades massivas de comprimidos de metanfetaminas, crystal meth (conhecida como ice) e outras substâncias como a quetamina.
Alguns países da União Européia são os principais fornecedores de ecstasy; o Canadá se transformou no principal eixo de tráfico de meth e ecstasy.
O uso da anfetamina Captagon foi às alturas no Oriente Próximo e no Oriente Médio. Em 2007, a Arábia Saudita apreendeu um terço de todas as substâncias do grupo anfetamina no mundo, mais do que o aprendido na China e nos Estados Unidos juntos.
As rotas de tráfico estão mudando.
"O mercado global de cocaína, que movimenta US$ 50 bilhões, está passando por mudanças sísmicas", disse Antonio Costa, diretor executivo do UNODC. "Os índices de pureza e o número de apreensões (nos principais países consumidores) estão diminuindo, os preços estão aumentando, e os padrões de consumo estão em evolução. Isso pode ajudar a explicar o terrível aumento nos índices de violência em países como o México. Na América Central, os carteis estão disputando um mercado em retração", disse Costa.
Na África Ocidental, o declínio nas apreensões parece refletir a diminuição dos fluxos de cocaína, após cinco anos de intenso crescimento. "Os esforços internacionais estão dando resultados", disse Costa. Mas ainda se observa na região violência e instabilidade política relacionadas às drogas, principalmente em Guiné-Bissau. "Enquanto houver demanda por drogas, os países mais vulneráveis continuarão sendo alvos dos traficantes. Se a Europa realmente quiser ajudar a África, deve diminuir seu apetite por cocaína", disse o principal oficial das Nações Unidas para a questão das drogas.
Enquanto 41% da produção mundial de cocaína é apreendida (principalmente na Colômbia), apenas um quinto (19%) de todos os opiáceos do mundo são interceptados. Irã e Paquistão são os países mais afetados pelo tráfico de drogas e são eles os responsáveis pelas maiores apreensões de opiáceos (ópio, morfina e heroína). Em 2007, o Irã apreendeu 85% do ópio produzido no mundo e 28% de toda a heroína. O Paquistão está na segunda posição em termos de apreensões de heroína e morfina.
A fim de aperfeiçoar o intercâmbio de informações e a ação conjunta de operações contra narcóticos, o UNODC desenvolveu uma iniciativa triangular entre o Afeganistão, o Irã e o Paquistão. "Quanto mais ópio for apreendido no Afeganistão e em seus vizinhos, menos heroína haverá nas ruas da Europa. E vice-versa: quanto menos heroína for consumida no Ocidente, mais estáveis estarão os países da Ásia Ocidental", disse Costa, que deverá levar essa mensagem para uma reunião ministerial do G8 sobre o Afeganistão em Trieste, no dia 27 de junho.
Saúde pública e segurança pública não podem estar dissociadas
O Relatório chama muita atenção sobre o impacto dos crimes relacionados a drogas - e o que fazer sobre isso. No prefácio do Relatório, Costa explora o debate sobre a descriminalização das drogas. Ele admite que a manutenção das drogas como ilícitas gera um mercado negro de proporções macroeconômicas, que causa violência e corrupção. Entretanto, ele alerta que a proposta de legalização das drogas como uma forma de acabar com essa ameaça - como alguns sugerem - seria um "erro histórico". "As drogas ilícitas representam um grande perigo à saúde. Por essa razão, as drogas são e devem permanecer controladas", disse o diretor do UNODC.
"Quem propõe a legalização se equivoca nos dois sentidos", disse Costa. "Um mercado liberado acarretaria em uma epidemia de drogas, enquanto a existência de um mercado controlado acarretaria na criação um mercado paralelo criminoso. A legalização não é uma varinha mágica que acabaria tanto com o crime organizado quanto com o abuso de drogas", disse Costa. "A sociedade não deve ter de escolher entre priorizar a saúde pública ou a segurança pública: ela pode e deve optar por ambas", disse. Nesse sentido ele pede aos países um maior investimento em prevenção e tratamento de drogas, e medidas mais pesadas para enfrentar o crime relacionado às drogas.
O Diretor do Gabinete de Política Nacional de Fiscalização das drogas (ONDCP) dos Estados Unidos, Gil Kerlikowske, disse: "O Relatório Mundial sobre Drogas 2009 demonstra que as drogas são um problema que atinge a todos os países. Todos nós temos a responsabilidade de enfrentar o abuso de drogas na nossa sociedade. Internacionalmente, a administração Obama está comprometida em expandir iniciativas de redução de demanda a fim de garantir que todos aqueles que lutam para superar o vício tenham acesso a programas efetivos de tratamento, especialmente nos países em desenvolvimento. Estamos aprendendo muito sobre a doença da drogadição e sabemos que o tratamento funciona. Por meio de uma ação abrangente de aplicação da lei, de educação, de prevenção e de tratamento, teremos êxito em reduzir o uso de drogas ilegais e suas consequências devastadoras".
Como melhorar o enfrentamento às drogas
O Relatório oferece uma série de recomendações sobre como melhorar a política de enfrentamento às drogas. Primeiramente, a questão das drogas deve ser considerada como uma doença. "Quem usa drogas necessita de assistência médica, e não de uma sanção criminal", disse Costa. Ele clama por um acesso universal ao tratamento de drogas. Considerando que as pessoas com sérios problemas com drogas são as responsáveis pela maior parte da demanda por drogas, tratar essas pessoas é a maneira mais efetiva de reduzir o mercado.
Além disso, Costa pede o fim da "tragédia" que são as áreas sem a presença do Estado. Do mesmo modo em que a maior parte dos cultivos ilícitos ocorre nas regiões sem a presença do Estado, a maior parte da droga é vendida nas regiões urbanas nas quais a ordem pública encontra-se fragilizada. "Moradia, emprego, educação, acesso aos serviços públicos e ao lazer podem fazer que as comunidades estejam menos vulneráveis às drogas e ao crime", disse Costa.
Em terceiro lugar, os governos devem aderir aos tratados internacionais contra o crime organizado. Os instrumentos internacionais de enfrentamento ao crime como a Convenção das Nações Unidas contra o Crime Organizado e contra a Corrupção não estão sendo respeitados. "Por isso, muitos Estados estão enfrentando problemas de crime criados por eles mesmos", disse o diretor do UNODC. Particularmente, ele destaca que "os instrumentos atualmente usados para enfrentar a lavagem de dinheiro e os cibercrimes são inadequados".
Costa pediu também uma maior eficiência na aplicação da lei. Ele estimulou as polícias a focar seus esforços em um número menor de criminosos com maior influência e volume de ação do que em um grande número de contraventores de menor potencial ofensivo. Em alguns países, a taxa de prisão por uso de drogas é de até cinco vezes maior do que a por tráfico. "Isso é um desperdício de recursos da polícia, e um desperdício de vidas jogadas nas cadeias. Devemos ir atrás dos peixes grandes, não dos pequenos", disse Costa.
Em um esforço para aumentar a transparência e a qualidade dos dados relacionados às drogas, este ano o UNODC introduziu um espectro de variáveis nas estimativas por país utilizadas no Relatório Mundial de Drogas. Para muitas regiões, e para alguns tipos de drogas (como maconha e substâncias do tipo anfetamina) a variação de estimativas é relativamente ampla, já que o acesso à informação é mais limitado. "É fundamental que os governos se esforcem na coleta de informações. Isso proporcionará uma análise mais precisa das tendências e, como resultado, melhorará o enfrentamento às drogas", disse Costa.
Minc defende a descriminalização da maconha
JAILTON CARVALHO
Num depoimento ontem na Comissão de Segurança da Câmara, o ministro do Meio Ambiente, Carlos Minc, voltou a defender a descriminalização do consumo de maconha. Para o ministro, a droga poderia ser vendida em bares e cafés especiais, como cigarros e bebidas. Minc entende que, se o comércio de cigarros e bebidas é liberado, não há porque manter a proibição à venda da maconha. O ministro disse, no entanto, que não defende o consumo da droga. Para ele, a liberação do consumo da maconha teria como resultado a diminuição do poder do narcotráfico de corromper autoridades, cometer homicídios e até controlar territórios em áreas urbanas. Depois do debate na comissão, em que teve que enfrentar a ira dos deputados policiais Laerte Bessa (PMDB-DF), Marina Maggessi (PPS-RJ) e Paes de Lira (PTC-SP), Minc deu entrevista e reafirmou sua posição favorável a mudanças na atual lei sobre drogas, sancionada em 2006. Minc foi convocado para depor na Comissão porque participou da Marcha da Maconha, realizada no Rio de Janeiro, no mês passado.
Narcotics are moved by markets, not the "war on drugs"
Jul 03, 2009
After a series of record harvests since 2001, the cultivation of crops used to make illegal drugs is falling at last, according to the annual UN World Drugs Report [pdf].
Opium poppy cultivation is down 19% in Afghanistan, which produces 93% of the world's opium, while coca leaf cultivation has fallen 18% in Columbia, which produces more than half of the world's cocaine. And despite falling production, opium prices have halved in Afghanistan to about $75 per kilo in the past five years, further reducing the incentive to grow it.
And the "global cocaine market is undergoing seismic shifts... purity levels and seizures in the main consumer countries are down, prices are up", says Antonio Maria Costa, director of the UN Office on Drugs and Crime (UNODC).
So, is the "war on drugs" finally having an impact on illicit drug use and cultivation?
Let's not get too excited, says Tom Coghlan in The Times. "Self-congratulation on the part of the West should be tempered by an acknowledgement that elementary market forces were as significant a factor in the reduction as the billions poured into counter-narcotics programmes."
The supply of opium in Afghanistan has outstripped demand – fundamental economics dictates that this will result in a fall in price. "Afghanistan's drug industry has become a victim of its own success." Another factor has been last year's rise in wheat prices – many farmers who once cultivated opium "opted to focus on basic food production" instead.
But can it last? Wheat prices have already started to fall and the shortage of heroin will soon push prices higher. "The drugs trade is free-market economics in its purest form" and "constant demand" will ensure that trade continues.
Indeed, says Alan Travis in The Guardian. Costa has a "passionate, abusive approach to those who argue for drug legalisation". But while the report may offer some solace to supporters of UNODC policies, it does not represent a sustainable change in global illicit drug cultivation or act as proof of successful policies.
"Despite the ongoing attempts to put positive spin on the data there is no hiding the reality… the UNODC oversees the system that gifts the vast illegal drug market to violent criminal profiteers."
The good news is that "the taboo on questioning drug prohibition" has been broken by the countries most affected, says The Economist.
The Latin American Commission on Drugs and Democracy, headed by three former presidents, recently published a report [pdf] arguing that the "violent crime and corruption generated by drug prohibition is undermining democracy".
They also said that the war on drugs has "failed" and called for a debate on the alternatives, including the decriminalising of marijuana.
Costa "smears his critics as pro-drug" and implies that supporters of legalisation are just looking for easy sources of tax revenue to bail out banks. But "this kind of hysteria smacks of an organisation that is not just losing an unwinnable war but losing the argument".
How heroin use has changed since 2008